Aprende a jugar tus cartas…

La vida nos presenta una «mano» de cartas, con las cuáles vamos a tener que jugar durante toda nuestra estadía en la tierra. Algunas de ellas son muy valiosas, y otras, a primera vista, son despreciables o inútiles.
El juego empieza independientemente de que nos guste la mano que nos tocó, y es nuestra responsabilidad hacer con ella lo máximo que podamos.

El tiempo no para, el mundo no deja de moverse, y nosotros tenemos que avanzar aunque tengamos (lo que creemos que son) limitaciones. Todas aquellas cartas «malas», pueden ser aceptadas, integradas y reinventadas para que sumen a nuestro camino. O, al menos, para que no resten.

Las opciones son simples: tomamos lo que tenemos y lo perfeccionamos a lo largo de nuestra vida para poder sacarle el máximo provecho a la misma; o gastamos tiempo y energía en quejarnos, lamentarnos, victimizarnos, y explicar por qué no podemos.
Creo que todos sabemos a qué camino lleva cada opción. Lo bueno es que en cualquier momento se puede tomar la decisión de cambiar de un camino al otro. Nunca es tarde para empezar a jugar bien.

¿Conoces tus cartas?

Mucha gente empieza el juego sin siquiera saber cuáles son sus fortalezas ni debilidades. Siempre hay uno o dos aspectos positivos que resaltamos, y uno o dos negativos que tratamos de ocultar o eliminar. Pero hay un poco más…

Las «cartas» pueden ser literalmente cualquier aspecto: habilidades físicas o mentales, rasgos de la personalidad, cuestiones familiares, sociales o hasta culturales, incluso puede ser la época en la que nacimos. Cualquier cosa que nos potencie o limite, puede y debe ser utilizado para jugar.

Es por esto que, según yo, el primer paso es conocerse uno mismo. Definitivamente escribirlo es mucho más fácil que hacerlo…
Algunos buenos aspectos a desarrollar para conocerse mejor, es ser introspectivo, honesto y autocrítico. Tenemos que poder estudiarnos a nosotros mismos, a nuestras acciones y decisiones, a la gente con la que nos rodeamos, al estilo de vida que llevamos, a nuestras costumbres, incluso a nuestros objetivos para la vida.

Al hacer esto, nos daremos cuenta que hay algunas cosas que… Simplemente no son nuestras. Muchas veces, cargamos con sueños, frustraciones, creencias, ideas, etc.; que no son nuestras por naturaleza. A veces son heredadas, a veces son impuestas, a veces son aprendidas.
El chiste está en ser realmente honesto con uno. Puede pasar que tengamos lo que creemos que es nuestro sueño de vida, y en realidad es el sueño frustrado que alguno de nuestros padres nos «pasó». Este ejemplo es la punta del iceberg de la cantidad de aspectos que llevamos como nuestros, y en realidad no lo son.

Medita sobre tu vida, recuerda tu infancia, qué te gustaba hacer entonces. En qué eras bueno por naturaleza, y qué cosas dejaste por miedo a la crítica. Recordar la infancia es un muy buen punto de partida, en general para mejorar casi cualquier aspecto de la vida actual.

Después, solo resta jugar…

Nadie tiene la respuesta ni solución a todo, nadie tiene la técnica infalible para ganar este juego. Tu palabra vale tanto como la mía, y la mía tanto como las demás. Al fin y al cabo, todos estamos jugando. Aunque a algunos les vaya aparentemente «mejor», aún tienen sus guerras. A los que parece que les va muy mal, también tienen sus alegrías. Nadie completó aún el juego, al menos nadie en vida.

Es por eso que solo resta jugar, intentar, apuntar alto, fallar, aprender, disfrutar el camino.

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